“Shaúl se apresuraba para pasar el día de (la Fiesta de) las Semanas en Yerushaláyim”. Hechos 20:16 Si piensa que los apóstoles la estaban pasando mal después de la celebración del primer Shavuot a la muerte y resurrección de Yahshúa, Shaúl la pasó peor cuando regresó de su segundo viaje misionero y vino a celebrar en Yerushaláyim. Saulo había nacido en Tarso de Cilicia, una ciudad no insignificante de Asia Menor, estudiando en uno de los centros intelectuales reconocidos del imperio romano. Además de ser ciudadano romano, era israelita descendiente de la tribu de Benjamín, condición que le otorgaba unos derechos y privilegios de poder entrar al Templo de Yerushaláyim. Cierto día de Shavuot, Shaúl entró en la gran plaza o lugar reconocido como el atrio de los gentiles con sus compañeros de viajes, entre ellos Trófimo. Algunos yahuditas celosos que habían venido de Éfeso reconocieron a Shaúl por lo que estuvieron muy pendientes si pasaba a sus compañeros dentro del Templo. Pero Shaúl se guardó bien de llevar sus compañeros al patio interior a solicitud de Yaaqov y de los ancianos de Yisrael de que pagara los gastos de los cuatro hombres que habían hecho un voto de nazareos. Conociendo las costumbres y leyes de su pueblo, Shaúl dio a conocer a los sacerdotes el término final de su purificación por el cual debían ofrecerse los sacrificios de voto. Así lo hizo por espacio de siete días lo que le dio tiempo a los celosos yahuditas que habían venido de Éfeso a tramar la forma de arremeter contra Shaúl. (Hechos 21:27) El silencio quedó roto cuando los yahuditas de Asia levantaron una gritería con la siguiente consigna: “!Hombres de Yisrael! ¡Ayuden! ¡Este es el hombre que por todas partes anda enseñando a todos contra nuestro pueblo, la Toráh y este lugar! Además de esto, ha metido a griegos dentro del Templo y ha profanado este lugar sagrado”. (Hechos 21:28). Como escritor, Lucas describe en detalles el supuesto complot por la sencilla razón de haber “visto a Shaúl en la ciudad acompañado de Trófimo, un efesio y suponían que lo había metido en el Templo. Así que toda la ciudad se agitó y se formó un tumulto del pueblo. Se apoderaron de Shaúl y lo arrastraron fuera del Templo, de inmediato cerraron las puertas”. (Hechos 21:29, 30) Aun cuando los cargos contra Shaúl no eran ciertos, la gente tuvo la intención de darle muerte. Solo cuando la agitada y desenfrenada multitud “vio al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Shaúl” (Hechos 21:32) Por lo menos las autoridades romanastrataron con cortesía a Shaúl, aún cuando lo ataron con cadenas. El incidente de atar las manos de Shaúl fue un fiel cumplimiento de la profecía dada por Agabo quien había dicho que los yahuditas de Yerushaláyim lo entregarían a los gentiles. (Hechos 21:10, 11) Bajo la acción de los soldados romanos, Shaúl quedó libre de la agitada muchedumbre al ser llevado a un lugar seguro. ¡Y pensar que todo esto ocurrió dentro de las siete semanas que preceden a Shavuot al extremo que las puertas del Templo tuvieran que ser cerradas! ¡Con razón el “velo del Templo se había rasgado en dos, de arriba abajo” al momento de Yahshúa morir. (Marcos 15:38) ¡Una clara acción sobrenatural que demostraba que el respeto a ese lugar sagrado estaba llegando a su fin! El acto de “cerrar las puertas del Templo” se convirtió en un símbolo profético en el que nadie podría entrar a ese lugar de adoración, evento que ocurrió a partir del año 70 de la era común cuando los romanos destruyeron el Templo. Si la historia le ha conmovido, entonces usted debe decir en este momento: “Hoy es el primer día de la sexta semana hacia Shavuot”. Pastor Carlos Alemán Cotto
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