"Y habrás" de contar desde el siguiente día de Shabbat, desde el día en que ofrecistes el omer de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán; hasta el siguiente día de Shabbat séptimo contaréis cincuenta días; entonces ofrecerás nuevo presente a Yahweh". Lev. 23:15, 16
Lectura Seleccionada: Éxodo 19
Los Nombres de la Segunda Fiesta Sagrada Tres son los nombres que da la Escritura para conocer esta segunda fiesta sagrada. El primer nombre con que se conoce esta segunda fiesta es el de "las Semanas", lo que en hebreo es conocido con el nombre de "Shavuot": "Siete semanas te contarás; desde que comenzare la hoz en las mieses comenzarás a contarte las siete semanas. Y harás la fiesta solemne de las semanas a Yahweh tu Poderoso; de la abundancia voluntaria de tu mano será lo que dieres, según Yahweh tu Poderoso te hubiere bendecido". Deut. 16:9, 10 El segundo nombre con el que se conoce esta segunda fiesta es el de "las primicias", (jag habicurim) o "el día de los primeros frutos maduros". "Además, el día de las primicias, cuando presentéis ofrenda nueva a Yahweh en vuestras semanas, tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis". Núm. 28:26 El tercer nombre con que se conoce esta segunda fiesta es con el nombre de Pentecostés, término derivado del griego "Pentekostos" que significa quincuagésimo y se aplicó a esta segunda fiesta. "Hasta el siguiente día del séptimo día de Shabbat contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Yahweh". Lev. 23:16
Una Fiesta de Alegría Pentecostés era una fiesta de recolección. La alegría era desbordante en el pueblo cuando llegaba esta fiesta. Se daba gracias a Yahweh por la cosecha del grano o cereales. La hoz marcaba el comienzo de los días para Pentecostés. Era la fiesta histórica que recordaba la promulgación de la Ley (yom matan torah) sobre el Sinaí. En ese día, al pueblo se le convocaba a una reunión santa y se prohibía todo trabajo: "Y convocaréis en este mismo día santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis...". Lev 23:21 Había que recordar que Yahweh sacó a su pueblo Israel de la tierra de Egipto y le había llevado a una tierra "buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel" Éxodo 3:8. Es conocido de todos que el pueblo de Israel llegó a los llanos del Monte Sinaí en los primeros días del tercer mes de Siván. Podríamos decir que el Sinaí fue el pulpito que utilizó Yahweh para dirigirse a su pueblo. Aquel acto fue en todas sus formas majestuoso y único en la historia de! pueblo hebreo. Así comienza el capítulo 19 de Éxodo: "En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí... Y acampó allí Israel delante del monte. Y Moisés subió a Yahweh; y Yahweh lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y denunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí..." Éxodo 19:1-4 Se Entrega la Ley Escrita el Día de Pentecostés Hay una estrecha relación de la fiesta de Pentecostés con la entrega de la Ley en el Sinaí. Israel celebraba la Pascua en recuerdo de la salida de Egipto, mientras que celebraba Pentecostés en memoria de la entrega de la Ley de parte de Yahweh a su siervo Moisés. Está escrito que Yahweh le dijo a Moisés: "Ve al pueblo y santifícalos hoy y mañana, y laven sus vestidos, y estén apercibidos para el día tercero, porqueal tercerdía Yahweh descenderá a ojos de todo el pueblo, sobre el monte Sinaí. Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos. Y dijo al pueblo: Estad apercibidos para el tercer día; no lleguéis a mujer. Y aconteció al tercer día cuando vino la mañana, que vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el real." Éxodo 19:10, 11, 14-16 En los primeros días del mes de Siyán fue que Yahweh bajó majestuosamente sobre el monte Sinaí, trayendo las normas y reglas que encierran los deberes del hombre para con su Creador y para con su prójimo. En Éxodo 20, encontramos toda una santa Constitución, dicha por la boca del propio Yahweh. En realidad, este fue el primer Pentecostés que celebró Israel. Resulta inconcebible una entrega de la Ley, si en ella no resalta quién la da. Podríamos decir que la nación de Israel nace bajo el humeante monte de Sinaí. Dos factores gravitaron poderosamente en el pensamiento de los que asistieron aquel primer día de Pentecostés. El primero fue el temor que cayó sobre el pueblo, por "considerar las voces, las llamas, el sonido de la bocina, y el monte que humeaba" (Éxodo 20:18). El segundo factor fue la gran promesa que Yahweh le dio a su pueblo: que estaría en cualquier lugar donde él hiciere que esté la memoria de Su nombre; que vendría a su pueblo y lo bendeciría. Como causa formal, hay que tomar en cuenta que aún el pueblo no sabía cuantos mandamientos recibiría de Yahweh. Lo que sí estaba experimentando era que la adoración y la obediencia nunca están separadas. La verdadera adoración se prueba con la obediencia. Así lo experimentó Israel en aquel primer Pentecostés. Si vamos a ser pueblo de Yahweh y celebrar a Yahweh debemos estar de acuerdo con Yahweh. En el primer Pentecostés, el propio Yahweh hace descubrir a su pueblo el sentido de la obediencia. Hoy nosotros no podemos olvidar el Israel que fue al monte Sinaí a recibir leyes divinas, donde van desgranándose una por una esas leyes como granos decisivos en el camino de la humanidad. Lo que Israel recibió aquel primer día de Pentecostés no nos debe ser ajeno.
Todos Estábamos en Aquel Primer Pentecostés ¡Bienaventurada la Congregación que guarda la Ley de Yahweh! Lava tus ojos en colirio y esparce tu mirada para que veas que tú estabas en aquel primer Pentecostés celebrado al pie del monte Sinaí.: "V no solamente con vosotros hago yo este pacto y este juramento, sino con los que están aquí presentes hoy con nosotros delante de Yahweh nuestro Poderoso, y con los que no están aquí hoy con nosotros". Deut. 2:14, 15 La frase “los que no están aquí hoy con nosotros" es extraordinaria ya que designa a los que estábamos separados del primer día de Pentecostés por el espacio y tiempo. ¡Quién diera que de todo corazón obedezcamos a Aquel que escribió y ordenó la Ley allí en el Sinaí! Con razón se aplican a la Congregación que sale de entre los gentiles las palabras que aparecen registradas en uno de los Salmos: "Oye, hija y mira, é inclina tu oído; y olvida tu pueblo, y la casa de tu padre..." Salmo 45:10 ¿Cómo entender estas palabras si no queremos saber de lo que Yahweh le dio a Israel en el primer Pentecostés? Sólo el Espíritu de Yahweh conduce a la Congregación por el camino trazado allí en el Sinaí, ya que fue ante la presencia de millares de ángeles que Yahweh le habló a su pueblo. ¡Ah!, y para que no haya duda lo hizo delante de testigos: "Yahweh vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; Resplandeció del monte de Paran, y vino con diez mil santos: a su diestra la ley de fuego para ellos". Deut. 33:2
Pentecostés y los Primeros Frutos de la Tierra Esto quiere decir que el primer Pentecostés fue celebrado por el mismo Yahweh ante unos diez mil santos (ángeles). El número de los israelitas allí presentes se estimaba cerca de unos tres millones. Aquella fue la primera fiesta de las primicias. Por mano de Moisés Yahweh había comenzado a sembrar en tierra de Egipto un rebaño. Recordemos que a Moisés se le dio la tierra de Egipto. Fue en esa tierra que Moisés sembró la fe en el Israel que estaba cautivo. De allí sacó a ese pueblo y lo lleva hasta el monte Sinaí como los primeros frutos de la tierra o primicias, ya que el Sinaí se convirtió en la casa de Yahweh por espacio de un año: "Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Yahweh tu Poderoso." Éxodo 23:19 ¿Cómo sabemos que fue un año que Israel estuvo allí en la falda de la montaña? Por lo que nos dice la Sagrada Escritura en Números 10:11 y 12: "En el segundo año, en el mes segundo, a los veinte días del mes, la nube se alzó del tabernáculo del testimonio. Y partieron los hijos de Israel del desierto de Sinaí según el orden de marcha; y se detuvo la nube en el desierto de Paran." Todo lo antiguo o con tendencias egipcias había quedado sepultado en el Mar Rojo. Es esto lo que nos dice Saulo: "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron la mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en la mar. Y todos comieron la misma vianda espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la piedra era Yahshua." 1 Cor. 10:1-4 Egipto había quedado en el olvido en aquel día de Pentecostés, ya que uno de los acontecimientos más memorables de la historia de Israel sucedió: la entrega de la Ley por parte de Yahweh. Es cierto que la salida del pueblo de Israel de Egipto tuvo lugar en medio de toda clase de prodigios: las diez plagas, la columna de fuego, la nube protectora, el cruce del Mar Rojo; pero ninguna de estas cosas podía compararse con la entrega de la Ley en aquel primer día de Pentecostés. Esta fue la misma ley que valorizó Yahshua cuando le habló a las multitudes que se habían reunido en el monte de los olivos: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido a abrogar, sino a cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas." Mateo 5:17, 18
¡Somos un Pueblo Llamado a Celebrar! La celebración de Pentecostés no nos debe sonar extraña. Somos el pueblo encargado de custodiar aquellas leyes que se dieron en el Sinaí. No vivamos en el mero recuerdo de lo que pasó allí en el Sinaí. Celebremos cada día de Pentecostés con la seguridad de que Aquel que descendió al monte de Sinaí descenderá sobre nosotros y nos llenará de su poder para cumplir con todas sus leyes divinas. La Ley nos descubre el carácter propio de lo que somos: un pueblo que quiere obedecer al Soberano Yahweh. No nos quedemos en nuestros hogares cuando Yahweh nos llama para que le celebremos fiesta. El verdadero yahwista mesiánico nunca olvida cuándo le corresponde celebrar. ¿Cómo se puede pretender ser un seguidor de Yahweh sin asumir las características propias de él? Quién se quiera llamar del pueblo de Yahweh debe dejar atrás su manera de vivir apartada de Yahweh y someterse al programa de las fiestas sagradas establecidas por él. ¡En todo yahwista mesiánico la celebración debe ocupar el primer lugar!
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