“…para que conozcas bien la verdad de las cosas en las que te has instruido”. Lucas 1:4 Hoy quiero que ustedes tengan en cuenta que, al igual que yo, hubo otro compañero a quien Shaúl le dictaba sus cartas para que luego fuesen leídas en las congregaciones. Me refiero a Tercio, quien afirma lo siguiente: “Yo Tercio, que he escrito esta carta, los saludo en el Maestro”. (Romanos 16:22) Por favor, tomen en cuenta que Tercio recibió de Shaúl lo que escribió para la consolación de las congregaciones a donde eran dirigidas las cartas. Por esa razón ayer les presenté varios pasajes de las Escritura con el solo propósito de hacerle comprender que soy un escritor hebreo. Quien haya leído la historia de nuestro pueblo; sobre todo, la profética, se dará cuenta que nuestro Salvador Yahshúa llegó a la tierra con una misión especial: “A mi no me han enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Yisrael”. (Mateo 15:24) Por supuesto, Yahshúa se refería a las “setenta semanas que estaban determinadas en cuanto a nuestro pueblo y en cuanto a nuestra ciudad…., para traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía y para ungir al Santísimo”, una estricta y limitada misión que nuestros Mashíaj cumplió a favor de los hijos de Yisrael. (Daniel 9:24). Cuando Yahshúa comenzó su ministerio, fue preciso que orientara a los Doce en cuanto a cuál era su misión: “No vayan por caminos de los gentiles, ni entren en las ciudades de los shomronitas (samaritanos). Pero vayan, más bien, a las ovejas perdidas de la casa de Yisrael”. (Mateo 10:5, 6) La misión de carácter mesiánico de nuestro Salvador estaba orientada hacia el recogimiento de las ovejas perdidas de la casa de Yisrael; y entre esas ovejas perdidas estaba yo. Llegué a aceptar a mi Mashíaj en la primera fiesta de Shavuot después de su resurrección. La alabanza y el agradecimiento a mi Creador fluyen constantemente en mi interior cuando pienso en ese momento de encuentro con mi Mashíaj prometido! En realidad, me siento triste por los de mi nación que rechazaron a Yahshúa como el Mashíaj enviado del Padre Eterno; sobre todo, después de los eventos de Shavuot. Ese rechazo fue lo que llevó a mis dos Maestros, Shaúl y Bar-Naba (Bernabé) a decir con gran tristeza a los que se llenaron de celos rechazando el llamado a la salvación. Ese rechazo fue el que selló el cierre de las setenta semanas proféticas como lo afirmó Shaúl: “Era necesario que se les hablara a ustedes primero la palabra de Elohim; pero ya que la han rechazado y no se juzgan dignos de la vida eterna, miren, nos volvemos a los gentiles”. (Hechos 13:46). Uno de los grandes privilegios alcanzados en mi vida como escritor y seguidor de Yahshúa fue el haber sido compañero inseparable de Shaúl y Bar-Naba, los hombres que Yahwéh había separado por medio de su espíritu para que predicaran las buenas nuevas entre los gentiles. (Hechos 13:1, 2) MI corazón quedó palpitando aceleradamente cuando me relató que, poco antes de llegar a Damasco, ciudad de Siria, adonde se había propuesto arrestar a todos los seguidores del Camino, una fuerza espiritual intervino directamente con él, para que se uniera a los que antes perseguía. Una vez comprende que su llamado es para predicar entre los gentiles, lo hizo con gran entusiasmo, pero sin olvidar a los de su nación. Hasta logró que muchos de ellos aceptaran a Yahshúa como su Mashíaj prometido lo cual acrecentó la animosidad de los que habían sido sus líderes, viéndolo como un traidor de su fe. Mientras iba escuchando el relato de este hombre tan versado, quedé impactado al saber cuánto era su anhelo para celebrar Shavuot en Yerushaláyim, aun cuando sus hermanos le pedían que se quedara por más tiempo entre ellos. Su declaración merece nuestra atención: “Portodos los medios tengo que celebrar la fiesta venidera en Yerushaláyim, como es mi costumbre. En otra ocasión volveré a ustedes, si Yahwéh lo permite”. Y zarpó de Éfeso. Hechos 18:21 “Shaúl había decidido pasar de largo a Éfeso para no detenerse en Asia; porque, de serle posible, se apresuraba para pasar el día de [la Fiesta de] las Semanas en Yerushaláyim”. Hechos 20:16 Me he sentido responsable de escribir estas páginas pensando en todos aquellos que como Shaúl, se preocupan por estar prestos a celebrar la fiesta que ya se acerca: la de Shavuot. Lo hago con el fin de persuadirlos a que no dejen que nada ni nadie les estorbe celebrar delante de Yahwéh. Shavuot está cerca como también está la venida de su Hijo Yahshúa. Hagamos nuestra la propuesta de los caminantes a Emaús: “Quédate con nosotros, que ya es tarde y el día ha declinado”. Así que él entró para quedarse con ellos”. (Lucas 24:29). Con mucho respeto les digo que les conviene que vuelvan a leer la orden dada por Yahshúa antes de enviar a sus discípulos a la conquista del mundo: “Miren, yo enviaré el cumplimiento de la promesa de mi Padre sobre ustedes. Pero ustedes quédense en la ciudad hasta que queden revestidos del poder de lo alto”. (Lucas 24:49). A la luz de estas declaraciones es preciso que ustedes puedan definir su identidad espiritual al proclamar a viva voz: “Hoy es el séptimo día de la quinta semana hacia Shavuot”. Gracias Pastor Carlos Alemán Cotto por permitirme dirigirme a mis hermanos y hermanas para ayudarles a despertar su fe adormecida cuando tienen a su disposición las ráfagas del viento recio que sopló en el Sinay y en el Aposento Alto. Shabbat Shalom para todos, de parte del médico Lucas. Pastor Carlos Alemán Cotto
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