En los últimos años solían visitarme algunos amigos de occidente, en mi hogar en Beijing (Pekin), que preguntaban: “Tu apellido es Shapiro y vives en China desde hace más de 40 años, de modo que sin duda estás al tanto de todo lo que se relaciona con los judíos chinos. ¿Qué nos puedes contar de su historia?”. A decir verdad, sabía muy poco entonces. Y tanto por desconcierto como por curiosidad empecé a mostrar interés en el tema, a buscar estudios de sinólogos occidentales. Me encontré con un asombroso surtido de libros, artículos especiales y tratados, no menos de 200 en número, escritos desde el siglo XVII en inglés, francés, alemán, latín, italiano, portugués, ruso, japonés e yidish. En sus lenguas originales o en traducciones, estaban diseminados en círculos académicos por el mundo entero, y a veces publicados también en la prensa popular. En junio de 1601, un anciano caballero chino llamado Ai Tian, arribó a la misión jesuita de Beijing. Deseaba adquirir conocimientos sobre esa religión foránea que, conforme a lo que había escuchado, se parecía a su propio credo sólo en el hecho de que afirma la existencia de un solo Dios. El Padre Matteo Ricci, superior italiano de la misión, se mostró muy hospitalario y guió al huésped por todos los rincones, pensando que tal vez formaba parte de la secta cristiana de los nestorianos que habían llegado a China unos mil años antes que los jesuitas. En la capilla, Ai Tian vio una pintura de la Virgen Santísima y el Niño a un lado del altar y, al otro lado, una de Juan el Bautista (cuando era muy joven). Pensó entonces que se trataba de Rebeca con Jacob y Esau. Al notar en las paredes retratos de los Cuatro Evangelistas, preguntó si se trataba “de cuatro de los doce”. Ricci creyó que se refería a los Doce Apóstoles, pero Ai Tian tenía en mente a cuatro de los 12 hijos de Jacob, progenitores de las Tribus de Israel. Una conversación posterior reveló que Ai Tian era judío, miembro de una comunidad judía que durante siglos había existido en Kaifeng, cerca del Río Amarillo, en la provincia de Henán, practicando su religión y manteniendo una sinagoga. Durante los 150 años subsiguientes, misioneros católicos llegaron a Kaifeng. Sus descripciones sobre lo que vieron fueron publicadas en varias lenguas y circularon profusamente a lo largo de Europa. El interés que demostraban se debía, ante todo, a la creencia que las predicciones con respecto al natalicio de Jesús habían sido excluidas deliberadamente del Antiguo Testamento por los miembros de la Academia de Babilonia que, entre los siglos IV y VII e.c., prepararon el Talmud. Si el Antiguo Testamento de los judíos de Kaifeng era precristiano en su origen y si realmente presagiaba el nacimiento de Jesús, ¿no constituiría eso una prueba de que las antiguas escrituras habían sido falsificadas y que los judíos habían sido engañados por los rabinos talmúdicos? De ese modo, ¿no se allanaría acaso el camino para un segundo advenimiento de Cristo? Aunque los jesuitas no pudieron descubrir evidencias de una falsificación talmúdica, estudiaron diversos hechos sobre la vida y las costumbres de los judíos de Kaifeng y escribieron varios informes de carácter informativo. Otros, animados por diversos intereses y de países diferentes, continuaron dichos estudios en los siglos XVIII y XIX, y multiplicaron sus conocimientos. La mayoría de los eruditos de Occidente se sabían limitados, por fuerza, en su comprensión de la lengua, historia y cultura de China. Además nada se había publicado de hecho en el extranjero que reflejara los puntos de vista de los propios chinos. Ello no se debió a la falta de diligencia académica por parte de los sinólogos. Por una parte, los estudios chinos sobre los judíos no comenzaron hasta la víspera del siglo XX. Por la otra, los tratados chinos referentes a los “israelitas”, como los llamaban, no se publicaron en China hasta hace muy poco tiempo. Por lo tanto, decidí que mi mejor aporte podría ser la compilación en un libro de todo el material de los estudiosos chinos que fuera factible reunir sobre el tema. Pero la localización del material de estudio me resultó mucho más difícil que lo previsto. Viajando en avión y en autobús, en el otoño de 1982, visité Fuzhou, Quanzhu, Xiamén (Amoy), Guanzhou (Cantón), Hangzhou, Yangshou, Shanghai, Nongbo, Zhengzhou, Kaifeng y Yinchuan. Entrevisté a historiadores, arqueólogos y sociólogos. Me fueron de ayuda y pusieron a mi alcance valiosos puntos de vista. Varios de ellos me prometieron escribir artículos especiales. Todos coincidieron en que la política del nuevo gobierno, consistente en estimular los estudios académicos en forma activa, había creado un ambiente favorable para la investigación. Aquellos que se ocupaban de religiones foráneas, expresaron que ya habían iniciado trabajos con respecto a los nestorianos y al maniqueísmo, pero que nunca habían considerado aún el judaísmo. Admitieron su complacencia por el hecho de que les habíamos llamado la atención y dijeron que se trataba de un “espacio en blanco” que procurarían llenar debidamente. En Beijing recibí también numerosas respuestas entusiastas y pronto pude incluir varios hallazgos nuevos en relación con los judíos chinos. Como resultado, pude traducir, editar y compilar un volumen de 12 ensayos de prominentes eruditos chinos, sobre los judíos en su país. En su conjunto trazan la historia de los judíos desde sus albores hasta el presente. El libro lleva por título Los Judíos en la Antigua China: Estudios de eruditos Chinos; fue publicado por la editorial Hippocrene Books. Lo mismo que entre los estudiosos del mundo entero, los chinos no están de acuerdo entre sí con respecto a los hechos y disienten de sus colegas extranjeros. Aunque sus descripciones son intrincadas, me parecen sin embargo muy estimulantes. A criterio de los chinos, los hechos referentes a la historia de los judíos en su país son los siguientes: -Año 722 a.e.c.: Asiria conquista la Tierra de Israel y exilia a las diez tribus, que gradualmente se desvanecen. Varios viajeros modernos sostienen haber descubierto remanentes de ellas entre los tibetanos, el pueblo chino de Qiang y los indios americanos. Los chinos, empero, no han encontrado ningún vestigio de alguno de ellos. -Siglo VIII a.e.c.: Isaías profetiza que los judíos habrán de retornar de la tierra de los “sineos”. Varios eruditos occidentales afirman que la referencia bíblica es a China, pues el nombre original es Chi’in (Qin), la primera dinastía que gobernó en el país unificado. Pero, dicen los chinos, no hubo ninguna Dinastía Chi’in hasta el año 221 a.e.c., cinco siglos más tarde, de modo que es imposible atenerse a esa suposición. Sea como fuere, nunca se ha verificado que los “sineos” vivieron en Aswán, Egipto. -Siglos V y IV a.e.c. Los persas trasladan una gran parte de la población judía a Persia y Media, al sur del Mar Caspio. -Año 176 a.e.c: Opresión de Antíoco IV, encaramado en el poder. -Año 175 a.e.c.: Presunto arribo a Bombay de los judíos de Kolaba. -Año 164 a.e.c.: Los macabeos reconquistan Jerusalem, tras lo cual la fiesta de Janucá es celebrada por muchos judíos, pero no por los de Bombay o de Kaifeng. Se cree que ese hecho demuestra que no pocos judíos abandonaron su patria antes de la victoria de los macabeos. Fue durante la Dinastía Tang (618-907 e.c.) que los mercaderes persas y árabes comenzaron a navegar hacia China en gran número Judíos que en ese entonces habían vivido entre ellos por espacio de medio siglo, les acompañaron. Puesto que se les parecían físicamente, vestían ropas iguales, hablaban la misma lengua y habían adoptado nombres árabes o persas, los chinos tal vez no los distinguieron y los clasificaron en la misma categoría: se mu ren (pueblo con “ojos de color”). Algunos se asentaron en ciudades portuarias, tales como Cantón, Quanzhou, Yangzhou y Ningbo. Otros se trasladaron más al norte, hacia el Gran Canal y al Río Bian, en dirección a Bianliang (Kaifeng) u otras ciudades septentrionales. Se tienen algunas evidencias de que los judíos formaron parte de las caravanas que llegaron por vía terrestre, por la Gran Ruta de la Seda, quizá en los siglos I y II, sin duda a mediados de la Dinastía Tang. En los áridos desiertos de Xinjiang, conocidos antaño como el Turkestán Chino, se hicieron dos importantes descubrimientos en los primeros años del siglo actual: 1) una carta escrita en lengua persa por un judío de Persia, pero que nunca llegó a ser enviada; sus etras son hebreas típicas y el papel utilizado sólo se fabricaba en China en ese entonces; 2) un fragmento de plegaria hebrea, escrita también sobre papel. Pero los viajes en caravanas eran arduos, largos y peligrosos; no sería lógico que los participantes llevaran consigo a sus familias. Sólo cuando las constantes guerras entre los pequeños reinos de Xinjiang tornaron la marcha por la Ruta de la Seda demasiado riesgosa -en tanto que el comercio por vía marítima se inició sólo en el siglo VIII- fue posible una inmigración en gran escala. A esta conclusión arribaron la mayoría de los historiadores chinos. Hasta ahora no se ha encontrado ninguna evidencia tangible que atestigüe la presencia judía en los tiempos remotos, aunque las sedas chinas, que sólo podían haber llegado por tierra en caravanas que incluían mercaderes judíos, eran muy populares entre las mujeres romanas. Para la Dinastía Song septentrional (960-1127) tenemos una fecha exacta: el año 998 y el nombre del emperador que ostentaba el poder Zhen Zong; un erudito chino supone que se trata del tiempo preciso relativo a la llegada de un grupo de judíos a Kaifeng. Lo demuestra por medio de un registro de inmigrantes que, según sostiene, sólo pueden haber sido judíos. Después de que los mongoles conquistaron China y establecieron la Dinastía Yuan (1279-1368), muchos judíos fueron mencionados en documentos oficiales. El lahud árabe, el Djub persa, ambos del hebreo Iehudí: fueron traducidos en equivalentes fonéticos chinos como Zhuhu Zhuwu o Zhuhe, en todo tipo de ordenanzas o reglamentos concernientes al pago de impuestos y al servicio militar. Varios historiadores chinos creen que cuando los ejércitos mongoles regresaron de sus conquistas en el Medio Oriente y en el sur de Europa, muchos judíos vinieron con ellos, sea voluntariamente o en calidad de cautivos. De un reglamento de la Dinastía Yuan referente a los judíos, ‘dondequiera que se encuentren’, se deduce que existían comunidades en diversas partes de China. La documentación más completa que tenemos acerca de la historia de los judíos en China fue escrita, en chino, por los propios judíos. Tres inscripciones en piedra, fechadas en 1489,1512 y 1663, grabadas para conmemorar la reconstrucción de la sinagoga de Kaifeng, a más de una placa fechada en 1679 del clan Zhao, relatan en conjunto una historia completa y crean también una notable controversia. Se autodenominaban “israelitas” e indicaban que provenían de las “regiones occidentales”, término vago que abarcaba la India y el Medio Oriente. Pero no coincidían en cuanto a la fecha de su arribo: la inscripción de1489, alude a la Dinastía Song (960-1279), la de 1512 a la Han (206 a.e.c. – 220 e.c.) y la de 1663 a la Dinastía Zhou (1066-256 a.e.c.). Cuanto más antigua la inscripción tanto más primordial y por lo tanto la fecha que se atribuye al arribo se torna más venerable. Pero las inscripciones contienen abundantes materiales sobre prácticas religiosas, conceptos filosóficos y vínculos con otras comunidades judías. Los eruditos chinos consienten en que la fecha de construcción de la sinagoga de Kaifeng es el año 1163 e.c.; probablemente sea correcto y los judíos deben haber llegado pocas décadas antes. También se muestran de acuerdo con la declaración contenida en la placa de 1679, según la cual su número en Kaifeng ascendía a unas 500 familias. Las controversias, en su mayor parte, se centran en la determinación del lugar exacto donde vivía la diáspora en el siglo primero e.c. y su arribo a China, probablemente en el siglo X. Gracias a Noticias Israel
Una empresa israelí aspira a ser la primera del mundo en suministrar a los bebés leche materna cultivada en lugar de los sucedáneos de la leche humana que se comercializan actualmente de origen animal o vegetal. Si BioMilk consigue producir leche materna cultivada que contenga los ingredientes que existen casi exclusivamente en la auténtica, supondrá un cambio fundamental en el mercado de los preparados para lactantes en concreto y en la industria láctea en general. También desempeñará un papel fundamental en la producción de una nueva generación de adultos más sanos. Según todos los estudios, la leche materna es la más saludable para los bebés. La semana pasada, la empresa anunció que había recibido la aprobación del Comité de Helsinki para iniciar una nueva investigación en colaboración con el Departamento de Obstetricia, Ginecología y Fertilidad del Centro Médico Rabin. Unas 50 voluntarias posparto donarán unos 50 ml. de leche materna, que se transferirán a la empresa para separar las células que producen la leche materna y utilizarlas para producir los principales componentes de la misma. “Nuestra innovadora investigación con el Hospital Beilinson es para nosotros una señal significativa de la revolución y los cambios que pretendemos hacer en la industria láctea en Israel y en todo el mundo”, ha declarado el director general de la empresa, Tomer Eisen. “Preveo que los resultados de la investigación que se obtenga pueden ser lo “próximo” en el mercado de los sustitutos de la leche, que permitirán a cualquier madre que no pueda o no elija la lactancia materna proporcionar a su bebé los mismos valores nutricionales que aporta la leche materna tradicional.” La tecnología de BioMilk fue desarrollada por la profesora de la Universidad Hebrea, Nurit Argov-Argaman, que lleva más de una década trabajando en el proceso de producción de leche cultivada a partir de células de glándulas mamarias sin ordeñarlas. Esto incluye vacas, ovejas, cabras y otros mamíferos. Dice que el motor de su trabajo es una mejor nutrición. “Hay una gran diferencia entre la composición de la leche materna y las actuales fórmulas comerciales del mercado”, dijo a The Jerusalem Post. “Hay una enorme falta de capacidad para imitar realmente la leche materna, y las consecuencias para la salud son bien conocidas”. La experta afirmó que los bebés que toman leche de fórmula como su alimentación de alma en los primeros seis meses de vida tienen más probabilidades que los amamantados de desarrollar diarrea e inflamación a corto plazo y asma, síndromes metabólicos, enfermedades de la presión arterial e incluso derrames cerebrales a largo plazo. “Esto podría ser muy importante para la salud pública de la sociedad”, dijo Argov-Argaman. En la actualidad, la única forma de que las madres que no amamantan a sus hijos les proporcionen leche materna es a través de los bancos de leche materna, que generalmente no están regulados, salvo los que proporcionan leche a las unidades de cuidados intensivos neonatales y similares. Esta leche segura es muy cara y, por tanto, inaccesible para el padre medio. Si el estudio va bien, el objetivo es empezar a comercializarla en los próximos tres años, según el vicepresidente de desarrollo empresarial de la empresa, Nathaniel Benchemhoun. BioMilk puede seguir dos caminos. En primer lugar, la empresa podría producir los ingredientes adicionales que existen en la leche materna, pero que faltan en las fórmulas infantiles, y combinarlos en las fórmulas existentes, mejorando así la calidad de los sustitutos lácteos existentes en el mercado. También podrían conceder licencias de su tecnología a los productores de leche y permitirles producir los componentes por sí mismos. Además, Argov-Argaman dijo que, más allá de la leche humana, la misma tecnología podría utilizarse para aprovechar los componentes más saludables de la leche de cabra y de vaca, haciendo una leche que sea mejor para las mujeres menopáusicas o los niños pequeños con alergias, por ejemplo. “Quiero hacer leche”, dice. “Quiero hacer una superleche… con un impacto mucho mayor y positivo en nuestra salud”. Gracias a Israel Noticias
La empresa israelí de dispositivos médicos IceCure ha desarrollado una nueva tecnología denominada ProSense que, según afirma, ha demostrado ser extremadamente eficaz en el tratamiento de mujeres con cáncer de mama, según informó la empresa en un comunicado de prensa el jueves. ProSense se creó para encontrar una alternativa no quirúrgica y menos invasiva que pueda destruir los tumores mediante la tecnología de la crioterapia. Utiliza una sonda que se introduce en el tumor y lo congela bajando su temperatura, dejando el tejido sano a su alrededor mientras se alterna la congelación y descongelación de la zona específica del tumor. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) ha calificado esta tecnología de “dispositivo innovador”, y el mes pasado reconoció oficialmente su capacidad para salvar vidas. El director general de Technion UK, Alan Aziz, declaró que “la cirugía invasiva era la única posibilidad de extirpar tumores, pero [los investigadores de IceCure] pretenden dejar en el olvido esos viejos métodos”. Alrededor de 700.000 personas mueren cada año de cáncer de mama. Gracias a Israel Noticias
En pocos minutos, esta pieza explica cómo Israel se convirtió en una potencia mundial de manejo hídrico. El relato es conocido. En medio del desierto, en una región árida, el pueblo judío levantó un estado que en menos de 80 años ya está entre las principales economías del mundo. Ese pequeño estado, "inviable" para algunos por la belicosidad de su entorno, tuvo un elemento central para consolidarse y desarrollarse. Obviamente, hablamos del agua. Ya hemos hablado previamente de grandes inventos israelíes en materia de manejo hídrico. Ahora, traemos un video que se viralizó en las últimas semanas. Si bien el video está en inglés, es de fácil entendimiento. En él podemos ver todo el ciclo del agua, y cómo desde el salado Mar Mediterráneo Israel ha logrado consolidar un proceso que garantiza en acceso a agua potable para su población, su industria y su economía. A continuación, el video: Gracias a Aurora Noticias “Shaúl se apresuraba para pasar el día de (la Fiesta de) las Semanas en Yerushaláyim”. Hechos 20:16 Si piensa que los apóstoles la estaban pasando mal después de la celebración del primer Shavuot a la muerte y resurrección de Yahshúa, Shaúl la pasó peor cuando regresó de su segundo viaje misionero y vino a celebrar en Yerushaláyim. Saulo había nacido en Tarso de Cilicia, una ciudad no insignificante de Asia Menor, estudiando en uno de los centros intelectuales reconocidos del imperio romano. Además de ser ciudadano romano, era israelita descendiente de la tribu de Benjamín, condición que le otorgaba unos derechos y privilegios de poder entrar al Templo de Yerushaláyim. Cierto día de Shavuot, Shaúl entró en la gran plaza o lugar reconocido como el atrio de los gentiles con sus compañeros de viajes, entre ellos Trófimo. Algunos yahuditas celosos que habían venido de Éfeso reconocieron a Shaúl por lo que estuvieron muy pendientes si pasaba a sus compañeros dentro del Templo. Pero Shaúl se guardó bien de llevar sus compañeros al patio interior a solicitud de Yaaqov y de los ancianos de Yisrael de que pagara los gastos de los cuatro hombres que habían hecho un voto de nazareos. Conociendo las costumbres y leyes de su pueblo, Shaúl dio a conocer a los sacerdotes el término final de su purificación por el cual debían ofrecerse los sacrificios de voto. Así lo hizo por espacio de siete días lo que le dio tiempo a los celosos yahuditas que habían venido de Éfeso a tramar la forma de arremeter contra Shaúl. (Hechos 21:27) El silencio quedó roto cuando los yahuditas de Asia levantaron una gritería con la siguiente consigna: “!Hombres de Yisrael! ¡Ayuden! ¡Este es el hombre que por todas partes anda enseñando a todos contra nuestro pueblo, la Toráh y este lugar! Además de esto, ha metido a griegos dentro del Templo y ha profanado este lugar sagrado”. (Hechos 21:28). Como escritor, Lucas describe en detalles el supuesto complot por la sencilla razón de haber “visto a Shaúl en la ciudad acompañado de Trófimo, un efesio y suponían que lo había metido en el Templo. Así que toda la ciudad se agitó y se formó un tumulto del pueblo. Se apoderaron de Shaúl y lo arrastraron fuera del Templo, de inmediato cerraron las puertas”. (Hechos 21:29, 30) Aun cuando los cargos contra Shaúl no eran ciertos, la gente tuvo la intención de darle muerte. Solo cuando la agitada y desenfrenada multitud “vio al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Shaúl” (Hechos 21:32) Por lo menos las autoridades romanastrataron con cortesía a Shaúl, aún cuando lo ataron con cadenas. El incidente de atar las manos de Shaúl fue un fiel cumplimiento de la profecía dada por Agabo quien había dicho que los yahuditas de Yerushaláyim lo entregarían a los gentiles. (Hechos 21:10, 11) Bajo la acción de los soldados romanos, Shaúl quedó libre de la agitada muchedumbre al ser llevado a un lugar seguro. ¡Y pensar que todo esto ocurrió dentro de las siete semanas que preceden a Shavuot al extremo que las puertas del Templo tuvieran que ser cerradas! ¡Con razón el “velo del Templo se había rasgado en dos, de arriba abajo” al momento de Yahshúa morir. (Marcos 15:38) ¡Una clara acción sobrenatural que demostraba que el respeto a ese lugar sagrado estaba llegando a su fin! El acto de “cerrar las puertas del Templo” se convirtió en un símbolo profético en el que nadie podría entrar a ese lugar de adoración, evento que ocurrió a partir del año 70 de la era común cuando los romanos destruyeron el Templo. Si la historia le ha conmovido, entonces usted debe decir en este momento: “Hoy es el primer día de la sexta semana hacia Shavuot”. Pastor Carlos Alemán Cotto
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